La adolescencia es un periodo complicado, los cambios hormonales y fisiológicos conviven con épocas de mucha presión social y personal. Pueden ser unos años difíciles en algunos sentidos en los que pequeños detalles o inconvenientes se perciben magnificados.
Aunque nos pasamos el resto de la vida intentando ser auténticos y originales, durante la adolescencia cualquier diferencia con el resto puede ser un motivo para que nos sintamos incómodos. A menudo, las patologías no escapan a esta situación y, dependiendo del entorno y los síntomas, se generan complejos que pueden llegar a interferir más en la vida de los afectados que la propia enfermedad.
A veces, el instituto aún supone un entorno de mucha presión social y por desgracia muchas enfermedades, como la hiperhidrosis, suelen acarrear problemas de autoestima en los chicos y chicas que las padecen. Es primordial tratar la autoestima desde una perspectiva psicológica y trabajando la inteligencia emocional; pero hay situaciones en las que -si es posible- también es muy recomendable paliar la sintomatología de la enfermedad. Sobretodo para mejorar la vida del adolescente, pero también para tratar de que se sienta cómodo en sus relaciones personales y mejore su autoestima.
El deporte, los estudios, las relaciones personales, el primer trabajo… los jóvenes descubren el mundo y el estigma de la sudoración excesiva complica mucho las cosas. La sudoración es algo totalmente normal, pero la sudoración excesiva suele aparecer también a estas edades y es un problema que hay que tratar. La línea entre una sudoración “normal” y la hiperhidrosis puede ser algo difusa, pero cuando la sudoración sea exagerada y muy persistente, seguramente será un problema de hiperhidrosis.
La aparición de la hiperhidrosis en la adolescencia
Como hemos explicado anteriormente, la hiperhidrosis es una enfermedad con un fuerte componente genético (uno de cada tres afectados tiene antecedentes familiares) y suele empezar a manifestarse durante la adolescencia. Esto refuerza la teoría de que la hiperhidrosis surge a partir de los cambios hormonales propios de la adolescencia; cuando la enfermedad “se activa” y empieza a manifestarse la sudoración excesiva.
Hasta el momento, la hiperhidrosis no tiene cura, pero existen diferentes tratamientos que ofrecen soluciones efectivas para reducir e incluso eliminar la sudoración.
Identificar y tratar la hiperhidrosis
La hiperhidrosis es una enfermedad poco conocida y de difícil detección. Muchos jóvenes suelen tratar de esconder su problema con la sudoración; a menudo lo asocian al conjunto de cambios que han venido experimentando y, por vergüenza o desconocimiento, prefieren sufrir en silencio.
Por todo esto, es primordial la labor de los padres en detectar el problema y acudir a un especialista para que pueda verificar el diagnóstico y empezar con el tratamiento que más se adecue al tipo y grado de sudoración. Son muchos los casos de pacientes que acuden al dermatólogo ya siendo adultos, hartos de su sudoración excesiva y habiendo sufrido durante años innecesariamente.
Tratamientos
Existen diferentes tratamientos para tratar la hiperhidrosis: tratamientos locales, la intervención quirúrgica, fármacos sistémicos, infiltraciones con toxina botulínica (BOTOX) o la iontoforesis. Las técnicas no invasivas son una gran alternativa para los adolescentes para controlar de manera segura la sudoración y evitar efectos secundarios.
Quien mejor determinará la solución idónea será el dermatólogo, ya que tendrá en cuenta todos los factores (edad, tipo y grado de sudoración, antecedentes…) y adecuará el tratamiento a la persona.
Sea cual sea la solución, seguro mejorará muy significativamente la vida del paciente y podrá disfrutar de todas esas pequeñas cosas que hasta ahora le parecían imposibles. Hay que luchar contra el estigma que supone la sudoración excesiva, sobretodo en los jóvenes, y la mejor manera de hacerlo es informarse y empezar un tratamiento sin miedos y con seguridad.